El agua de la piscina se calienta mediante un circuito cerrado, en el cual se bombea el agua hacia los paneles solares y estos la devuelven caliente. El coste inicial y el de la instalación de este sistema es elevado pero se rentabiliza muy pronto pues no consume nada de energía.

Los materiales más comunes para estos paneles solares son el polipropileno y el polietileno y no necesita un depósito de almacenamiento. Se utiliza una bomba para que el agua llegue a las placas.